martes, 28 de octubre de 2008

miércoles, 22 de octubre de 2008

Los videos de Octubre

Por las elecciones, por Plan Z y por la palabra "neto", Octubre se viene con 3 videos.







viernes, 17 de octubre de 2008

Sobre hacerse bolita y otras anotaciones

Mi día empezó muy llorón. Y eso que soy malísima para llorar, en público por lo menos, y me carga hacerlo. La cosa es que todo día que empieza llorón termina nostálgico. Me acordé de hartas cosas de cuando era chica, como el pan de anís, que no como hace años, y pensé que desde que soy ñina no veo-toco-hago bolita a un chanchito de tierra. Mañana escarbaré por ahí hasta encontrar uno, qué onda que no lo he hecho, si me gustan tanto. Creo que están entre mis animalitos preferidos.
Estoy segura que después de encontrar uno, seré una persona más feliz.
[Esta entrada fue escrita escuchando (y viendo videos de) baladas de los 80 en I heart del VH1]

lunes, 13 de octubre de 2008

Destino, suerte, coincidencia, sugestión, lo que usted quiera.
La cosa es que justo después de subir la entrada anterior, me encontré con Cara Barer, escultora y fotógrafa que en su obra se pregunta por el lugar de libros y bibliotecas.


"La forma que elegimos para investigar y descubrir información es también una evolución. Espero suscitar preguntas acerca de estos cambios, de la efímera y frágil naturaleza de la cual obtenemos conocimiento, y del futuro de los libros."









Estuve mil horas intentado poner las fotos de otra forma, pero arww se corría todo y nunca quedaba bonito y arwwww

viernes, 10 de octubre de 2008

¡Libro, no te mueraaas!

Internet, lectores digitales, y otras mil cosas que probablemente ni conozco porque la tecnología me gana con gran ventaja, están atentando contra el libro como objeto. A esto sumemos el récord del impuesto al libro en Chile, uno de los más altos del mundo, que obliga a muchos a bajar libros de Internet. Como compradora compulsiva de libros, pensar en acceder a ellos virtualmente, si no gratis, a precios muchísimo más bajos que los que tienen los libros impresos, pensar en ese escenario debería entusiasmarme. Sin embargo, el libro no es sólo contenido, y tiene un inmenso valor como objeto, como fetiche, tanto así que hace que se me ericen los pelos ante tal idea.
Ya escribí hace un tiempo una entrada sobre subrayar libros. Poder destacar el texto en el computador, o agregar cuadros al margen en los que se puede escribir, no tiene comparación con tomar un lápiz y hacer anotaciones y subrayados a mano. Además, nada en el mundo virtual puede suplantar el lugar de los marcadores, de las flores prensadas, las fotos, postales y muchos otros recuerdos que se pierden entre las páginas de nuestros libros para ser sorpresivamente reencontrados quizás años después, o que son guardados con certera memoria dentro de algún libro especial, o en ciertas páginas que nos llegaron más que las otras.
A todos aquellos que defienden la virtualización del libro, les digo que el contenido no es siempre lo más importante. Sí, el libro es también un objeto, y es como objeto que adquiere un valor muy especial. Quizás sea un gusto snob o puro materialismo, pero siento un quizás pueril orgullo por los libros que sobrepueblen mi pieza. Los libros son objetos que al comprar o recibir como regalo se hacen propios, cosa que no pasa con los textos digitales. Les pongo mi nombre, les busco algún lugar en mi pieza, los miro, los huelo, los leo y subrayo, los abro y cierro indiscriminadamente, los hago absolutamente míos, volviéndolos únicos e invaluables. Esta materialidad imposible de experimentarse con un computador de por medio, es una de esas características que hacen que personas como yo amemos los libros. No, señores, los libros no son amados sólo porque son buenos o profundos o shuper locos, sino porque son fetiches. Aquí debo mencionar mi profunda atracción, fetichista también, por todo objeto coleccionable. Me gustan los excesos, la exageración, a veces hasta la ostentación, y también las fijaciones y obsesiones. ¿Dónde vemos todo esto? ¡En las colecciones! Que los libros atiborren mis repisas y hasta se amontonen en diversos rincones, no responde sólo a aires de intelectualidad (pfff), sino a mi forma de ser. Matar el libro como soporte de un contenido matará también el gusto y necesidad de tantos que los coleccionamos un poco perturbadamente.
Tampoco olvidemos el fetichismo y adicción que despiertan otros elementos del mundillo del libro. Internet jamás, ni con los adelantos más maravillosos e inimaginables, podrá reemplazar a las bibliotecas y librerías. El placer de encontrar títulos inesperados, a veces desconocidos pero atrayentes, de sentir olor a libro, ir caminando por la calle y ser cautivada por una vitrina, poder elegir entre librerías de viejo y otras nuevas y muy cool para ver qué títulos ofrecen, qué cosas nuevas les han llegado, son motivos para aborrecer la idea de que algún día el objeto-libro podría morir.
A pesar de todo esto, seguramente muchos seguirán defendiendo, quizás no la desaparición del libro, pero sí el auge de la digitalización, porque ante los precios inalcanzables de los libros, parece ser la mejor opción. Pero el tema del precio de los libros no es sólo un problema que viene del alto impuesto que se cobra. Verlo sólo como una injusticia monetaria es tapar el sol con un dedo. Aunque es cierto que los libros son caros, los que queremos encontrar libros baratos, los encontramos. Ediciones económicas que se venden en cualquier librería, libros usados, picadas varias que hay por todo Santiago, bibliotecas y otras opciones, deberían tener mucho más público si el problema estuviera sólo en la plata. En Chile se lee poco, ese es el problema. En Chile no se valora el contenido, las historias, menos el libro como objeto.
Internet es una gran ventana, una herramienta que sin duda es de mucha ayuda, pero no convirtamos a los libros virtuales en una solución, porque sería sólo un parche. Que se baje el impuesto al libro, pero que también se piense en un cambio educacional y cultural de fondo.