lunes, 25 de octubre de 2010

Shile, unido y feliz....

Me había negado a escribir aquí de los mineros porque... bueh, quién quiere saber más de ellos. Pero la cosa no se acaba, y llega a niveles cada vez más insospechados. Sí, todos sabemos que la notica se convirtió en el velo sobre la huelga mapuche, pero eso no explica la increíble covertura internacional. ¿Qué "mapuches" tiene que tapar el mundo? Porque, a riesgo de sonar descorazonada, me es imposible creer que todo el mundo está realmente conmovido con la historia.
Mi hermano certeramente me señalaba el éxito de un ministro apolítico, perfecto representante del modelo que se ajusta al Shishtema. No sé si llamar a Golborne "apolítico", pero es cierto que su figura no se asocia a la farandulilla política y que encaja perfecto en el supuesto modelo de una derecha que pone el bienestar y progreso económico "de todos" por sobre la politiquería.
Sin embargo, creo que el problema va mucho más allá. Hay un desplazamiento de valores que realmente me perturba: los chilenos somos felices porque rescataron a los mineros, somos un país que se unió gracias a una titánica operación, y Europa, con sus nefastos líderes políticos, necesita saber que el éxito y la felicidad se pueden lograr incluso en el fin del mundo. Ante esto, los esfuerzos personales parecen ridículos y el famoso "granito de arena" pierde sentido. Separar la basura, no empujar en el metro y preocuparse de estar más contentos parecen estupideces y hasta insensibilidades o muestras de egoísmo ante problemas como el terremoto y los mineros, y especialmente ante soluciones cinematográficas. Las cosas ya no están en nuestras manos: para que seamos felices y tengamos éxito y unidad nacional, necesitamos inversiones exorbitantes que realizan perfectamente hombres que son más empresarios que políticos.
Sí, el rescate fue perfecto, el gobierno lo hizo bien (aunque todo lo que rodea el rescate, lo hizo asqueroso), los plazos no sólo se cumplieron, sino que hubo un notable adelanto, pero no hay que mezclar las cosas. Lo mediático no nos convierte en un país más feliz, y el buen manejo en operaciones de este tipo no tiene nada que ver con una buena calidad de vida, buena educación, etc.
Esto no es un palo político tanto como un lamento por la actitud de las personas. Qué ganas de que se valoricen los aportes personales y no se ridiculicen ante tragedias y éxitos mediáticos, ya ni siquiera nacionales, sino mundiales. A nivel mundial, la tecnología, las inversiones y la especialización se han heroizado más que los mismos mineros. Sin duda todo eso fue necesario en este caso, pero que no se nos olvide que un país es más que una tragedia superada; es un territorio material e inmaterial en el que vivimos nuestra cotidiandad, sueños, proyectos, memorias, etc. El país también lo hacemos nosotros, con granitos de arena.