viernes, 7 de octubre de 2011

Aunque todo el mundo callara, los hechos mismos gritarían.

"Dios sabe que no busqué en ti nada más que a ti mismo (...) El nombre de esposa parece ser más santo y más vinculante, pero para mi la palabra más dulce es la de amiga y, si no te molesta, la de concubina o meretriz (...) Prefería el amor al matrimonio y la libertad al vínculo conyugal. Dios me es testigo de que, si Augusto -emperador del mundo entero- quisiera honrarme con el matrimonio y me diera la posesión, de por vida, de toda la tierra, sería para mi más honroso y preferiría ser llamada tu ramera, que su emperatriz."

"¿Qué rey o filósofo podía competir en fama contigo? ¿Qué región, ciudad o aldea no tenía ansias de verte? ¿Qué casada o qué virgen no ardía en deseos del ausente y se quemaba con tu presencia? ¿Qué reina o gran mujer no envidiaría mis placeres y mi cama?"

"No debo esperar nada de Dios, pues todavía no tengo conciencia de haber hecho nada por su amor"

"Ojalá, querido mío, confiaras menos en mi amor, para que así fuera más solícito. Pero cuanto más seguro te sabes, más negligente te encuentro".

Eloísa a Abelardo.

lunes, 8 de agosto de 2011

El destino en mi mano

Creo en la adivinación y siempre lo he hecho, o al menos desde que tengo ideas más claras sobre el mundo y mi relación con él. Cuando era chica había un libro de quiromancia dando vueltas por la casa. Nadie sabía cómo había llegado acá, pero de alguna forma lo hizo y yo lo encontré. El hallazgo fue como encontrar la piedra filosofal, y guardé el libro, como si fuera un tesoro, en el cajón de un mueble viejo que estaba en una pieza llena de cachureos, el mejor lugar de la casa por ese entonces (y uno de los mejores de mi vida).
Comencé a leerlo para aprender a leer las líneas de las manos, pero dejé la tarea cuando me di cuenta que el libro era muy poco confiable... quizás una de esas ediciones que venían de regalo con una revista. Desconfié de la tosquedad y liviandad con que enseñaba a predecir temas complejos y sin duda sujetos a muchas variables... ¿es posible que el largo de una línea tenga que ver con el tiempo de vida? Me pareció muy simple, hasta burdo. Y, bueno, la extensión de la línea que supuestamente marca cuánto viviremos es bastante corta en mi mano.
Tiempo después he tenido varias conversaciones en que sale el temita de la mano... al parecer, el libro no era tan chanta. Claro, parto hablando de mi gusto por el tarot o de lo que me dijeron en alguna lectura y alguien supone que por eso me interesará que me lea la mano y la toma sin previo aviso. Trato de hacerme la loca, retiro la mano, yaaa poh déjame leértela, no gracias, ya poh a ver qué dice, es que no creo mucho en lo de las manitos, pero si yo de verdad sé leerlas... y entonces el silencio, los ojos desviados, el brusco cambio de tema, los titubeos. De todas las veces que me ha pasado, sólo dos personas se han atrevido a decirme eeeeh... chuta... tu línea de la vida es súper corta. La peor de las veces fue cuando me lo dijeron después de que conté que no quiero morirme en mucho, mucho tiempo. Cien años es una edad razonable para morir, antes me parece un crimen. La verdad... difícil que llegues a los cien... quizás ni a los sesenta.
Por lo menos me imagino que, aunque las líneas de las manos parecen algo definitivo, pueden ir cambiando así como uno es capaz de tomar lo que dice el tarot como un consejo para tomar las riendas del propio destino. Pensando así, podría ser una suerte tener tal sentencia en la propia palma.
Desde hace ya varios meses he vivido un proceso de ordenar mi vida, mis prioridades, potenciando ciertas cosas y aceptando otras. En medio de eso, todo ha ido mejorando y estoy cada vez mejor, en todo sentido. Los cambios positivos de mi vida me han llevado a cosas más concretas, como comer mejor, dormir mejor, hacer deporte (INÉDITO), y la misma felicidad y por sobre todo la estabilidad ayudan a tener una calidad de vida tanto, tanto mejor. Mi línea de la vida no se ha alargado como esperaba, pero ahora me doy cuenta de que quizás no sea tan terrible morir antes de los cien años... así como voy, quizás podría conformarme con menos. Todo está en mis manos.

viernes, 25 de marzo de 2011

Asterión

Colmillo es el perro de los vecinos. Vive aquí al lado hace muchos años, supongo que es un poco menor que el Gringo, pero a pesar de ser algo viejo, tiene alma de niño. Muy seguido lo escucho jugar con algo que suena como una botella plástica cuando la muerde, tira y arrastra.
Nunca lo he visto. En todos estos años, al menos 11, cada vez que paso por la casa de al lado, miro con la esperanza de que por alguna excepción Colmillo esté ahí, pero siempre lo tienen en el patio de atrás. Imagino que es grande por como suenan sus pisadas, sus juegos, sus ocasionales ladridos y por su nombre (¿un poodle podría llamarse Colmillo? ¿Mis vecinos, chilenos medios de asados de fin de semana, usarían la ironía para nombrar a un perro?)
Me da pena que nunca le hablen con cariño, que nunca lo dejen entrar ni un poquito a la casa o pasar al antejardín para oler a otros perros y ver a otras personas. Deduzco que es tranquilo, que se porta bien, y apenas ladra (en mi casa los ladridos del Gringo pidiendo salir a hacer pipí o pidiendo cariño eran cosa de cada noche, y mi niño malcriado casi nunca se llevó retos por eso), pero muy seguido escucho "¡COLMILLO!" con un tono que hasta a mis perros asusta, o "¡CÓRRETE COLMILLO!" y una patada después del grito. Los juegos de Colmillo con la botella difícilmente son mañas de un perro intranquilo; deben ser su única forma de pasar las horas encerrado en ese patio donde constantemente lo molestan. A veces, cuando escucho los ruidos de la botella, me gusta imaginar que no es su única entretención, y que juega a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa, o que juega a que hay otro Colmillo, igual a él pero completamente distinto a esos seres humanos a quienes conoce, y que ese otro lo visita y le muestra el patio con grandes reverencias: Ese parrón da una maravillosa sombra para dormir siesta a las 5 o Este árbol está aquí para que podamos correr alrededor hasta quedar con las lenguas afuera o No sé por qué cortaron este árbol tan lindo, el tronco que ves me recuerda todos los años que me acompañó y a los pajaritos que se posaban en él, a los queme gustaba asustar de vez en cuando.
Ahora escucho la botella.