lunes, 26 de febrero de 2007

De Universitatis

Escribo desde mi computador, en Santiago, después de una agradable semana en Mendoza, durante la cual tuve la oportunidad de tener entretenidas, interesantes y fructíferas conversaciones con mis amigas Maureen y Trini. Una de esas conversaciones trató sobre la literatura, más bien sobre "el medio" y nuestra carrera, siendo la gran conclusión que algo hay que hacer, que no podemos quedarnos de brazos cruzados.
No es una tarea fácil, de eso no hay duda, pero por algo hay que empezar y, si tengo un blog, por qué no escribir aquí mis ideas y sueños. Cada vez voy descubriendo más problemas y obstáculos en el mundo en el que decidí vivir (¿habrá sido una decisión, o nací para esto y no tuve más opción?), y en lugar de frustrarme, lo mejor que puedo hacer es intentar o al menos proponer un cambio en este “Mundo Literario”, por llamarlo de alguna forma.
El problema que más de cerca me llega en estos momentos es el de la malla de mi universidad, que me atrevo a extenderlo a todas las universidades, porque no es un problema que surja de un Juanito Perez al que se ocurrió poner este ramo y no este otro, sino que las mallas reflejan el mundo para el que nos están preparando, y ese mundo es el mismo para todos los que salimos de la carrera, seamos de la Católica o de otras universidades. Así, el problema de los ramos resulta ser algo mucho mayor, que se relaciona con nuestro rol, con lo que debemos entregarle a la sociedad y con lo que esta misma quiere recibir.
La formación en literatura debería ser mucho más amplia y a la vez más específica, es decir, deberíamos tener una formación que nos permita mirar la literatura desde diversos campos, ya que, como bien lo dijo mi amiga Maureen, casi con las mismas palabras que yo lo hubiese dicho, la literatura es el arte que reúne a todas las artes, y es fundamental que tengamos la capacidad de estudiar, comprender y analizar las relaciones y colaboraciones que existen entre la literatura y tantas otras áreas. De ese estudio interdisciplinario viene la necesidad de una formación más amplia, y de ahí mismo surge la idea de la especificidad, tan poco valorada en mi universidad.
Está bien, todos sabemos lo seco que es Clemens, pero por favor, denle trabajo a alguien más aparte del pelao. Nunca he estado de acuerdo con eso de las “vacas sagradas”, y lamentablemente parece ser que así funciona mi facultad. Lo único que le falta a Clemens por hacer es el aseo, porque está a cargo de todo lo imaginable, mientras que otras personas muy capaces y preparadas se pierden y no se aprovecha su excelente preparación en temas específicos. Pongo como ejemplo a un profesor que ni siquiera me ha hecho clases, Danilo Santos, pero que todos sabemos que es experto en el tema de literatura y ciudad. Tener su preparación debería ser requisito suficiente para ser tan valorado como lo son otros, aunque lo suyo sea sólo un tema. De hecho, en la literatura eso es importantísimo, ya que sin especificación no podemos alcanzar tanta profundidad en nuestros trabajos, y la literatura es tan amplia que no concibo la idea de quedarme sólo con una formación general, que nunca podría ser más que una pincelada por diversos temas ya que nadie tiene tiempo ni cabeza para desarrollarse plenamente en tantos temas, épocas, estilos, etc., etc., etc.
Es cierto que las tendencias actuales proponen una mayor especificación en los programas de postgrado, idea con la que estoy plenamente de acuerdo, pero de todas formas creo necesaria una pequeña formación en algún tema en el que podamos alcanzar mayor profundidad y capacidad de análisis. Lo ideal sería un cambio en la malla que nos permita sacar certificados académicos en nuestra área, o algo parecido a los certificados, haciendo una buena planificación de los optativos de profundización. No me cabe duda de que hay profesores capaces de planificar un pequeño grupo de cursos dirigidos a un tema específico, como la ciudad en el caso de Danilo Santos o el erotismo en el caso de Ángel Rodríguez (que también domina tantos otros temas), y así se presentaría una oportunidad para los recién egresados, o incluso alumnos de cuarto, de hacer pequeños cursos que les servirían de experiencia, de la misma forma que se hacen los talleres de introducción a la literatura y a la lingüística.
También haría una modificación de los cursos obligatorios. Después de primer año, deberíamos tener la opción de tomar cursos de literatura o lingüística, en lugar de tener que tomar de las dos áreas. Dejaría como obligatorios sólo los más básicos para que se justifique que salgamos con las dos licenciaturas, pero creo que la formación en las dos áreas es demasiado superficial. Debería existir la posibilidad de elegir entre un tercer curso de literatura universal y otro de fonética, por ejemplo, ya que son dos ramos que vemos de forma muy general, pero que no podrían verse de forma más específica sin la oportunidad de elegir, porque no tendría sentido tener más fonética si esa no será mi área, como tampoco tiene sentido que los lingüistas tengan una mayor formación en universal.
Todo esto apunta, más que nada, a una profesionalización de la literatura. El campo laboral para el que nos están preparando me desilusiona un poco, y la única forma de cambiar ese campo es prepararnos para algo mejor, para algo que nosotros mismos podemos construir. Pero este no es un problema que se solucione sólo con un cambio de malla, sino que es fundamental un cambio de actitud. La inercia no nos lleva a ningún lado, menos en una carrera como la nuestra en que es tan necesario ser “movido”. Debemos crear instancias de participación, de diálogo y discusión, y darles el valor que merecen.
En una entrada anterior ya hablé de la poca concurrencia al coloquio de Diamela Eltit que se hizo en mi Universidad. Eso pasa obviamente por el desinterés de mis compañeros, pero también por una falta de planificación y de unión “del medio”. Los horarios pudieron ser otros, más cómodos para estudiantes y profesores, y se pudo invitar a otras universidades, o por lo menos a la Chile. Hace falta diálogo, unión, darle mayor importancia a estas instancias. Si tuviéramos conciencia de lo que se puede lograr, si nos interesáramos por lo que otros pueden mostrar y existiera una mayor colaboración, seríamos un sector mucho más valorado, podríamos llegar mucho más lejos de lo que ahora podemos. La literatura no es masiva, está claro, pero sí tiene un rol y un mensaje que debería llegar a mucha más gente y es un poco frustrante que no seamos capaces de salir del pequeño círculo en el que estamos estancados.
Con respecto al diálogo y la colaboración, creo que los talleres literarios son una excelente instancia. Yo ya he participado en dos, y hubiese sido muy bueno poder interactuar con otros talleres, leer a otras personas para saber en qué parada está el resto de mi generación, y hasta encontrar gente con la que comparta ideas y proyectos. Es difícil lograr las cosas solos, y también es difícil conocer gente con los mismos intereses si no hay donde ni cuando. Los talleristas deberían estar más conectados, se podrían organizar de vez en cuando lecturas un poco más masivas, y con lo útil que puede resultar internet, con mayor razón deberíamos fomentar el diálogo. También sería excelente que todos los talleres (o los más importantes) sacaran juntos algunas publicaciones que se distribuyan principalmente en las universidades, en los mismos talleres, y en las editoriales. Así se fomentaría el diálogo, la interacción, y nunca estaría de más que las editoriales tuvieran un registro, para que cuando reciban textos, puedan acceder a una especie de historial de cada persona y tengan acceso a otros textos de la misma persona.
Y así, son muchas las ideas que pueden surgir, pero todo apunta a no quedarse quieto, a no conformarse con lo tenemos e intentar hacer cambios. Una de las cosas que más me gusta de mi carrera es justamente su defecto: que hay tanto por hacer, son tantas las cosas que faltan y los errores que se cometen, y cada vez me siento más responsable, con más herramientas para lograr cambios importantes. El punto es que si cada uno va por su lado, pocas cosas se lograrán. Todo depende de “nosotros”, nosotros como generación, como el gran grupo que somos, aunque sea difícil vernos como una unidad. Sólo falta encontrarse, soñar y planificar.


Hey, tú, que sé que leiste... posteeea, posteeeeea

lunes, 5 de febrero de 2007

La delgada línea roja

Cuando éramos chicas con la Leo, me acuerdo que ella siempre subrayaba la palabra en la que quedaba al leer los libros del colegio, en lugar de usar un marcador. Ese sistema era mejor, porque así sabía exactamente hasta dónde había leído y no sólo la página hasta la que había llegado. Eso decía ella. Para mi, un marcador era la única opción. Rayar un libro me parecía derechamente un ultraje, un pecado.
Hoy, mi visión es completamente diferente. Aunque sigo sin aprobar aquella práctica de mi querida amiga, al menos mi criterio para estar en desacuerdo es otro. Me encantan los marcadores, no sé por qué no los colecciono siendo que son un objeto que, para mí, bordea el fetichismo. Además, meterle lápiz a un libro cuando no es necesario, no me parece. Pero hay muchas ocasiones en que sí lo es. Antes, creía que subrayar un libro de por sí era pecado, algo que no podía entender, que arruinaba cualquier ejemplar.
Quizás en gran parte gracias a que en la universidad me he acostumbrado a subrayar miles de fotocopias para estudiarlas, le perdí el miedo a las líneas esas. Ya no concibo tener una fotocopia frente a mis ojos sin tener en mi mano ese lápiz tinta rojo que encontré en mi casa hace años, que no sé cómo aún escribe, y que es mi regalón porque ningún otro tiene ese grosor y ese particular y especialmente bello color rojo.
Esa costumbre estudiantil se desplazó a la literatura, a las lecturas de placer (aunque muchos textos de estudio son un placer, claro está). Aunque, aclaro, no subrayo los libros con lápiz rojo. Lo hago con lápiz negro o azul, aunque principalmente con lápiz mina, aun sabiendo que no borraré jamás lo destacado, pero quizás para quedarme un poco más tranquila, con la seguridad de que lo que hice no es irreversible (no es tan fácil cambiar una idea tan arraigada como la de mantener los libros pulcros, lejanos a toda intervención).
Inmediatamente aparece en mi cabeza otra anécdota. Mi mojigata familia conoce a muchos curas, amigos de toda la vida, y alguno de ellos, ya no recuerdo cuál, contó que una vez le regaló una biblia a unos recién casados. Años después fue a la casa de ese matrimonio, y ellos, orgullosos, le mostraron al cura la misma biblia intacta. “Mire padre, la tenemos igualita a como estaba cuando nos la regaló, para que vea cómo la hemos cuidado”. El cura nos contó la gran decepción que eso le produjo, porque hubiese preferido por lejos que la biblia se estuviera desarmando de tanto que la abrieron, que ya no tuviera más espacio en los márgenes para anotaciones, que hasta tuviera manchas de comida, de café, por haberla consultado tantas veces, incluso al comer.
Y qué razón tenía el cura ese. Porque, a diferencia de lo que antes pensaba, los libros no son obras creadas sólo por otros, sino que cada uno es parte de su creación, porque al leer un libro, al mezclarlo con lo que somos, al interiorizarlo, disfrutarlo, vivirlo, se crea una segunda obra, y es ahí donde entra el subrayado. Es posible apropiarse de un libro escrito por otro, y la mejor forma de hacerlo, es perpetuando aquellos episodios que conforman nuestro libro personal.
Lamento profundamente no haber adquirido este hábito antes, para haber subrayado tantas cosas que lo valían. Cómo quisiera consultar con exactitud aquellos pasajes de Rayuela que movieron algo en mí con mayor fuerza (aunque, generalmente, con abrir el libro en cualquier página basta). También lamento no haber subrayado Los detectives salvajes (más ahora que se lo prestaré a la Pep, cosa que no suelo hacer, así que no se entusiasmen), Madame Bovary (aunque aquellas partes memorables aún las recuerdo y podría encontrarlas gracias a mi memoria, pero la memoria es frágil, eso todos los sabemos), La Velocidad de las cosas (aunque las circunstancias son diferentes, porque de cierta forma no me pertenece, y siempre he pretendido devolverlo), y tantos, tantos, tantos otros libros.
Me enloquece la idea de tener una gran biblioteca, a punto de estallar de tanto libro que tendría, ordenada con un criterio caótico y muy personal para ser la única persona capaz de encontrar los libros, muy al estilo de El nombre de la rosa. Pero esa biblioteca no estaría completa sin aquellas líneas que personalizan cada libro.
Pensando en el libro como mucho más que su contenido, en el objeto, en el fetiche, en el valor sentimental de la posesión más que de su lectura, el subrayado hace que un libro sea invaluable. Lo convierte en un ejemplar único, en una primera edición prácticamente inencontrable.
Déjame leer tus subrayados y te diré quién eres, puede convertirse en uno de los dichos con mayor sentido de la historia, junto a en casa de herrero, cuchillo de palo. Ese si que es cierto, qué le vamos a hacer. Imposible no recurrir a otra pequeña historia, cuya protagonista es una amiga de mi papá de toda la vida -desde antes de su aburguesamiento, claro-, gran amante de la literatura, una de esas personas que es bueno conocer. Resulta que para mi cumpleaños número 18, mi tía me regaló dos libros de su biblioteca personal. Uno de ellos estaba dedicado dos veces, una para mí, y la otra era, por supuesto, era una dedicatoria para ella, escrita hace varios años. Aunque no es lo mismo que un subrayado, aquella intervención en la impecable página es el vestigio de una historia que hace a ese libro diferente a todos. A esta misma persona le pedí La divina comedia, y grande fue mi impresión al ver que en el Tercer Recinto del Séptimo Círculo del Infierno, mi tía escribió “¡ suicidas !”. Resulta que hace años, muchos años, un gran amigo suyo y de mi papá se mató. Si el libro hubiese sido mío, hubiese escrito lo mismo. Y así, poco a poco, he ido valorando esto del subrayado. Tanto, que los libros que no reciben mi intervención, pierden gran valor. Los hermanos Karamazov, libro que me ha consumido este verano, sin duda quedará en mi memoria como una gran obra, como una historia apasionante y perturbadora que me recuerda lo genio que es este Dostoievsky, pero el haber subrayado tan poquitas líneas, más aún considerando el grotesco grosor del libro, lo aleja un poco de mí, hace que quede en el grupo de excelentes libros de excelentes autores, pero no está ni cerca de quedar entre esos libros que se pueden (o se necesitan) consultar una y otra vez, ya sea como guía o por simple deleite. Es difícil de explicar, porque Los hermanos Karamazov tendrá sin duda un lugar privilegiado en mi biblioteca mental, pero no lo imagino gastado, carreteado, como ese cura quiso que estuviera la biblia que regaló. Y lo que pasa es que hay un criterio a la hora de repensar los libros que está lejos de todo lo que pueda aprender en la Universidad, lejos de toda la maestría que pueden alcanzar los genios, y me encanta haberlo encontrado y haberlo convertido en un hábito. Lo recomiendo, porque además, adoraría pedir un libro prestado y ver que está subrayado. Para qué decir que, si alguna vez publico un libro, moriría de un infarto si me encuentro con un ejemplar tan significativa y sentimentalmente intervenido.

sábado, 3 de febrero de 2007

Yo también soy parte del vulgo...

...y consumo todo lo que es cultura pop.
Hace ya unos años, era la típica niñita artishta y súper intelectual que disfrutaba del cine arte, renegaba de su pasado musical (Aqua, Spice girls, y un largo y comercial etcétera), se vestía diferente, y cosas por el estilo. Con el tiempo me he ido dando cuenta de que la cultura de lo desechable, lo masivo y la comercialidad es una cultura inmensamente rica y atractiva. Empecé enganchando con Warhol que, claro, era un gusto que no me desperfilaba y que aún permanecía dentro del arte, hasta que me liberé no más y comencé a rescatar la música de mi infancia, a valorar toda esa basura que nos entregaba la tevé y a amar el cine que antes consideraba tonto y superficial. En esa etapa intelectualoide, mi amor por Hollywood llegaba sólo hasta finales de la década de los 50, además de grandes clásicos como la PER-FEC-TA Novicia rebelde y una que otra película que lograba cautivarme. Ahora amo el cine de masas, a las grandes estrellas que engordan y se revientan en carretes, a diferencia de las glamorosas estrellas de antaño que de todas formas siguen siendo mi objeto de culto (que en realidad también se reventaban pero no lo parecía, porque en las fotos se veían despampanantes y glamorosas) y en especial amo a las películas TONTAS, con argumentos debiluchos, pero que entretienen hasta el delirio, que descansan en figuras potentísimas que ya tienen un sitial en mi imaginario pop, que tienen bandas sonoras pegotes, los medios hits... en fin, películas que marcaron una época y que por eso son tanto o más valorables que las películas under-artísticas-quetehacenpensar.
He aquí una selección de aquellas películas que me revolucionan las hormonas y las neuronas, y que sin duda han influido en mis gustos, en mi forma de ver el mundo, en todo lo que es mi pershona.... jajajaja y lo peor es que es verdad !!
1. Disco inferno
Qué importa que Tonny Manero sea un pendejo imbésil, si es el mejor en la disco, baby. Saturday night fever es un clásico de los clásicos... lamento no poder subir la película entera, o al menos todos los bailes, porque pesaría mucho, nadie los vería todos y ni siquiera estan todos en youtube. Esta canción si que fue un éxito, junto con TODAS las de la película. Igual dan ganas de haber vivido en esa época y autodestruirse en el Estudio 54 bailando como el Gran Tonny. Saludos también para Stephanie Mangano, su compañera en esta escena, en que bailan para ganar una competencia que evidentemente... ganan. Si usted no ha visto esta película, por favor HÁGALO y acuérdese de mí cuando baile la pareja de hispanos que sacaron el segundo lugar en esta competencia, aunque debieron ganar el primero, situación que hasta Tonny reconoce, porque claro, el protagonista tiene su nobleza escondida por ahí.
Pero no es que este baile sea malo, eso TOOOODOS lo sabemos. Cada paso es mejor que el otro, es una cosa que no se puede creer diossanto. Amo esa actitud como de indiferencia, casi como si improvisara, como que la pierna para atras y la otra para atrás y pelvis a la derecha, pelvis a la izquierda, dedo arriba, giro y tooodo eso saliera natural. Ja ja já !!! =D
Para el vestuario simplemente no hay palabras. Es una cosa que no se puede creer.
[RECIENTEMENTE EDITADO: Por alguna extraña razón, el video no se pueder, como si no estuviera en youtube... pero SÍ está, y éste es el link: http://www.youtube.com/watch?v=s2S29gXTUBk ]
Y si More than a woman es demasiado lenta para usted, aquí tiene toda la libertad de mover la pelvis hasta el hartazgo. Pero debo decirle que jamás podrá hacerlo como Tonny. Imposible describir todos los pasos que amo de este baile. Note el estado físico del joven Travolta en esa "pirueta al estilo ruso", y aprecie ese paso que sin duda marca los inicios del break dance.
Si alguna vez tengo una casa grande y estilosa y muy bacán, pensaría seriamente en la posibilidad de tener una terraza techada con un piso como ese. El living ya sería como mucho.
El suelo luminoso no es lo único que amo, porque esos pantalones son una delicia. No hay nada mejor en este mundo que John Travolta con pantalones apretados, flaquito, moviendose tan disco, y esas patas de elefante que me gustan tanto tanto tanto.
Por último, cómo no resaltar la acomodada de mangas al principio, y cómo Tonny se apodera de la pista. Ídolo.
2. ¿Y él no estaba muerto?
Algún día me aprenderé este baile, que amo con pasión y ternura, y cuando encuentre a un hombre que se lo sepa, me casaré con él. Aunque no creo, porque probablemente sea gay.
Sé que ahora estoy rayando en lo mamón, pero es que Dirty dancing es Dirty dancing... cómo no amarla, cómo no amar ese vestido, la canción, esa polera apretadiiita :B
No hay más palabras, sólo mire, emociónese, y BAILE.
3. La mejor cara de la historia del cine
Es, sin duda, la cara de Gene Wilder al ver a la inolvidable chica de rojo. La canción ya no puede ser mejor, es que es una cosa que no se puede creer. Por favor, disfrute la última parte del video, de la que no diré nada... sólo... GENE, TE AMO (aunque no con esa voz ezzzpañola)
4. Con unos kilitos de más
Como me quedé pegada con el baile, Travolta y las canciones inolvidables, es imposible no incluir en la lista a esta película que, lejos de ser una película de baile, tiene uno de los más memorables. Tooodos sabemos que esta película no es tonta ni nada, pero qué importa... no puedo aguantar subir este video.
Pulp fiction es una película que, lo reconozco, no me gustó en un principio. Tenía algunos problemas personales con Tarantino que ya estan solucionados, en gran parte gracias a escenas como esta.
Más flores para John, y también para la pobre Uma que hace lo que puede ante un mooostro como el que tiene ante sus ojos. Es increible cómo se salva sin bailar tanto, o más bien haciendo movimientos raros.
No me canso de ver esta escena, ni de girar feliz en la silla del computador al verla, o derechamente ponerme a bailar.
Y aunque la lista debería seguir, lo dejo para más adelante o la cosa se empezaría a poner fome. Sé que muchas veces (siempre) prometo una segunda parte en mis actualizaciones, pero ahora si que es verdad. No soy capaz de dejar afuera a tantas otras películas tan memorables como las ya nombradas.
Me despido con un "hasta pronto", y con la esperanza de haberlos motivado a bailar y reír.
Supongo que notaron mi esfuerzo al buscar un video del twist de Pulp fiction con los subtítulos más adecuados.
No es necesario que me hagan notar que el número uno de la lista (el número no tiene relación con un orden de preferencias) se titula "Disco inferno" y NO incluí el video de esa canción... fue sólo un rescate del nombre de tan magno clásico que a mi parecer queda perfecto como título.

jueves, 1 de febrero de 2007

Birthday

Y porque el calor es el peor aliado para el computador y me da una lata indescriptible estar aquí, por hoy sólo les daré un itinerario de lo que fue mi cumpleaños (incluyendo el día antes y el día después). Reflexiones y párrafos más largos y debidamente elaborados, para después.
25 de enero: Creo que el 23 o 24 me fui a la parcela con mi hermano, el Pipo. Allá estaban (y están y estarán) mis papás. La parcela es un lugar donde pasé gran parte de mi infancia, o la parte más recordable que serían las largas vacaciones, fines de semana y todos los momentos que se puedan relacionar con despreocupación y juegos. Fueron esos momentos los que reviví con el Pipo, que siempre fue mi incansable compañero de tardes entretenidas, de esas en que se hacen mil cosas y uno se cansa, se cansa, pero sigue jugando, y hay que tomarse una once bien contundente con cosas ricas para después seguir jugando y en la noche uno se acuesta y se da cuenta del cansancio y de lo bueno que fue el día. Durante todo el jueves jugué pin pon, me bañé en la piscina, leí, jugué más pin pon, después hasta jugamos bádminton y nos reimos muuucho porque es tan complicado pegarle a la pelota-pluma o lo que sea, y me equivoco porque la raqueta es larga y estoy acostumbrada a la de tenis o a las paletas de playa o por ultimo a la de paddle y a la paleta de pin pon, entonces no calculo y no le pego a la pelota-pluma, y mi perra quiere jugar también y la pelota cae en el árbol pero muy arriba y mi hermano dice “ah que fácil, yo la saco”, y no puede y es tan tan gracioso, y me encanta, y al final obvio que puede sacarla y seguimos jugando hasta que hay que tomar once.
26 de enero: “feliz cumpleaños chiquititaaaa” y es raro pensar que la chiquitita de la casa ya tiene 19 y que mis hermanos grandes ya son adultos y que las cosas han cambiado tanto y todo seguirá cambiando tanto. Ok, dije que las reflexiones para otro día, pero esta es súper cortita: es que para mi no es sólo cumplir años, porque soy la menor, y conmigo crecen todos (qué ególatra sonó), pero es cierto, al crecer yo, crece la casa, ya no hay una niña, ya estoy en la Universidad hace un año, mi mamá pasó a tener otro papel, mis hermanos también, y todo cambia, porque el tiempo pasa, y todos ven eso en mí más que en otras cosas. Fue un día entretenido, siguió la rutina de la infancia en la parcela, por un día todo el mundo me amó y me llamó y me mando mensajes y más tarde volví a santiago para ir a ver María Antonieta (probable comentario próximamente). Comentario aparte debería recibir el regalo más esperado: la entrada para ROGER WATERS. Eso también queda para después (y de esto si que escribiré, lo prometo).
27 de enero: Quizás sigo siendo una niña porque me encanta despertar al día siguiente y ver un montoncito de regalos en el suelo (menos la entrada para ROGER WATERS, que no estaba en el suelo, de la que escribiré después, lo prometo). Después de almuerzo fui al jumbo a comprar el sofisticado menú que ofrecí en mi distinguida tertulia a un selecto grupo de amigos. Algunos problemas hubo, pero fueron solucionables, como hacer “destapaditos” en vez de tapaditos debido al insólito número de personas que había en santiago para esa fecha, y sacrificar un pollo... deshuesado de la casa para hacer más pasta para los destapaditos. Bueno, después de todo, nada es problema teniendo en mi poder la entrada para ROGER WATERS, de la que escribiré después, lo prometo. Y así se me pasó la tarde, ordenando o más bien decorando el living, el comedor y el patio para que estuvieran a la altura del evento, grabando música y buscando música ya grabada que concordara con alguno de los dos ambientes y planeando cómo servir el aperitivo.
Luego empezó a llegar la gente pulcramente semiformal, y al fin vi a la KITA !!!, sin desmerecer a los demás invitados, claro está, pero es que no la veia hace taaaaanto, y nos quedamos conversando con Ton hasta temprano O_o, y la Kita se quedó a dormir y reí hasta las lágrimas (uh que raro ¬¬) y también vi por fin a la Turry y la Pancha que nunca nos resulta juntarnos, en fin, tantas cosas, y mi perro que es tan adorable y para variar fue el personaje más importante de la tertulia, porque es tan caballero y tierno y distinguido. Y realmente adoré verlos todos semiformales, ya saben, adoro los detalles y el buen gusto.
Jajajaja, ya, TENGO CALOR, y también tengo 19 y una entrada para ROGER WATERS.
Cambio y fuera.



Uy, que negro mi humor, notaron lo del pollo sacrificado?

Y ojo que las canciones de los beatles son inagotables fuentes de nombres de entradas para blog.

Algunas fotos más en www.fotolog.com/jesu_gibbons (las subiré de a poco... pacieeencia)