lunes, 29 de diciembre de 2008

¡Niños, no lean!

Este año no pasó el Viejito. Claaaro, todo porque fue nuestra primera navidad sin dos de mis hermanos, ¡cómo si todavía no quedáramos dos en la casa! Ni siquiera puso dulces en la botita. Le dije a mi mamá hasta el último momento que todavía estaba a tiempo de guardar uno de los regalos que me daría para dejarlo como un regalo del viejito. No hubo caso. Dijo que no tenía gracia que fuéramos sólo con mi hermano Andrés a ver los regalos del Viejo Pascuero. Pfff. Menos gracia que no pase. Menos gracia que mi mamá pusiera el 24 temprano unos dulces en un posillo en la mesa de centro en vez de hacer como que el Viejo Pascuero los dejó en la clásica bota. Esa era una de las tradiciones navideñas que más me gustaba.
“Es malo cuando las tradiciones comienzan a desaparecer”, me dijo Felipe. Y exactamente ese fue mi pensamiento cuando supe que este año sólo tendríamos regalos entre nosotros, la familia. Pero, ok, hay que reconocer algo. Ya estoy grande. Llegó, señores, el momento de asumirme como alguien que no cree ni recibe regalos del Viejo aquel, y de entender que hay tradiciones que está bien que cambien, para dar paso a otras etapas. Yaaa, si no creo que sea un momento tan determinante dejar de recibir regalos del Viejo Pascuero, pero es importante cuando resulta ser la consecuencia de una serie de cambios que pensé que no afectarían tanto en mi vida. Mi casa está cambiando, no porque sí, sino porque el tiempo no pasa en vano y eso no corre sólo para mi hermano que se independizó y se fue de Santiago ni para mi hermana que se casó.
Me entregaré a las señales entonces. La primera, el Viejito. La segunda, que comenzaré a escribir otro diario el 1 de enero. Es lindo, es un cuaderno que me regaló mi hermana en navidad. Mi diario actual es enorme, es un cuaderno realmente gigante, que pretendía usar como diario durante los miles de años que evidentemente duraría, pero además de estar en una etapa donde prefiero andar con un diario en la mochila para escribir cuando llegue la inspiración en lugar de sentarme a escribir en las noches habiendo procesado mucho más las cosas, me di cuenta de que aún estoy lejos de sentirme en un momento adecuado para optar por escribir mi historia (mis pedazos de historia) toda junta, como una gran novela. Viva la frag
mentación, mucho más adecuada para mí. La tercera, una celebración de año nuevo que ya se huele como distinta.
Por favor, queridos lectores, que esto no sea interpretado como las típicas entradas de estos días en que los escritorcillos virtuales hacemos balances y prometemos cosas para el próximo año. No prometo nada especial, no prometo cambios ni intentar ser la mejor persona del mundo, como muchas veces lo he hecho. Sólo estoy asumiendo que viviré la vida que me está tocando vivir. Todos cambiamos, todos tenemos desafíos y problemas, todos vivimos cosas maravillosas. Para eso vinimos aquí, quizás, y hay que afrontarlo, disfrutarlo. Bueeeno, sí prometeré algo. Este año viviré mi vida.