viernes, 25 de marzo de 2011

Asterión

Colmillo es el perro de los vecinos. Vive aquí al lado hace muchos años, supongo que es un poco menor que el Gringo, pero a pesar de ser algo viejo, tiene alma de niño. Muy seguido lo escucho jugar con algo que suena como una botella plástica cuando la muerde, tira y arrastra.
Nunca lo he visto. En todos estos años, al menos 11, cada vez que paso por la casa de al lado, miro con la esperanza de que por alguna excepción Colmillo esté ahí, pero siempre lo tienen en el patio de atrás. Imagino que es grande por como suenan sus pisadas, sus juegos, sus ocasionales ladridos y por su nombre (¿un poodle podría llamarse Colmillo? ¿Mis vecinos, chilenos medios de asados de fin de semana, usarían la ironía para nombrar a un perro?)
Me da pena que nunca le hablen con cariño, que nunca lo dejen entrar ni un poquito a la casa o pasar al antejardín para oler a otros perros y ver a otras personas. Deduzco que es tranquilo, que se porta bien, y apenas ladra (en mi casa los ladridos del Gringo pidiendo salir a hacer pipí o pidiendo cariño eran cosa de cada noche, y mi niño malcriado casi nunca se llevó retos por eso), pero muy seguido escucho "¡COLMILLO!" con un tono que hasta a mis perros asusta, o "¡CÓRRETE COLMILLO!" y una patada después del grito. Los juegos de Colmillo con la botella difícilmente son mañas de un perro intranquilo; deben ser su única forma de pasar las horas encerrado en ese patio donde constantemente lo molestan. A veces, cuando escucho los ruidos de la botella, me gusta imaginar que no es su única entretención, y que juega a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa, o que juega a que hay otro Colmillo, igual a él pero completamente distinto a esos seres humanos a quienes conoce, y que ese otro lo visita y le muestra el patio con grandes reverencias: Ese parrón da una maravillosa sombra para dormir siesta a las 5 o Este árbol está aquí para que podamos correr alrededor hasta quedar con las lenguas afuera o No sé por qué cortaron este árbol tan lindo, el tronco que ves me recuerda todos los años que me acompañó y a los pajaritos que se posaban en él, a los queme gustaba asustar de vez en cuando.
Ahora escucho la botella.