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viernes, 7 de octubre de 2011

Aunque todo el mundo callara, los hechos mismos gritarían.

"Dios sabe que no busqué en ti nada más que a ti mismo (...) El nombre de esposa parece ser más santo y más vinculante, pero para mi la palabra más dulce es la de amiga y, si no te molesta, la de concubina o meretriz (...) Prefería el amor al matrimonio y la libertad al vínculo conyugal. Dios me es testigo de que, si Augusto -emperador del mundo entero- quisiera honrarme con el matrimonio y me diera la posesión, de por vida, de toda la tierra, sería para mi más honroso y preferiría ser llamada tu ramera, que su emperatriz."

"¿Qué rey o filósofo podía competir en fama contigo? ¿Qué región, ciudad o aldea no tenía ansias de verte? ¿Qué casada o qué virgen no ardía en deseos del ausente y se quemaba con tu presencia? ¿Qué reina o gran mujer no envidiaría mis placeres y mi cama?"

"No debo esperar nada de Dios, pues todavía no tengo conciencia de haber hecho nada por su amor"

"Ojalá, querido mío, confiaras menos en mi amor, para que así fuera más solícito. Pero cuanto más seguro te sabes, más negligente te encuentro".

Eloísa a Abelardo.

sábado, 7 de agosto de 2010

Iluminación

En realidad la palabra huir me gusta porque para mí huir es lo contrario. Yo encuentro que si uno no huye no se acerca a lo que uno desea acercarse.

Claudio Bertoni.

lunes, 19 de julio de 2010

Entérese

"Siempre he pensado que si hubiera más librerías y menos farmacias, la gente se enfermaría menos".
Mi mamá.

martes, 22 de septiembre de 2009

Podría intentarlo

"Ya nadie ni nada podría herirla. Puede que la verdadera felicidad esté en la convicción de que se ha perdido irremediablemente la felicidad. Entonces empezamos a movernos por la vida sin esperanzas ni miedos, capaces de gozar por fin todos los pequeños goces, que son los más perdurables."
El árbol, María Luisa Bombal

viernes, 20 de febrero de 2009

"De lo perdido, de lo irremediablemente perdido, sólo deseo recuperar la disponibilidad cotidiana de mi escritura, líneas capaces de recogerme del pelo y levantarme cuando mi cuerpo ya no quiera aguantar más"
Roberto Bolaño, Amberes.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Lo mejor de Simone

"En general la soledad no me aterra. Y en pequeñas dosis hasta me distiende: las presencias que me son caras me fatigan el corazón"

"Me hizo bien, me hizo mal, ya no sé adónde está mi bien ni mi mal"

"¡Ah!, esas espiñas de esperanza que de vez en cuando me atraviesan el corazón, más dolorosas que la misma desesperación"

"Uno pesa a las personas que no lo quieren cuando uno las quiere, es una cuestión de situación, no de caracter"

Cáchense esta: "Era agradable hablar con él amistosamente, como antes. Las dificultades se empequeñecían, las preguntas se disipaban en humo, los acontecimientos se fundían, lo verdadero y lo falso se ahogaban en un tornasol de matices indistintos. En el fondo no había pasado nada. Acababa creyendo que Noëllie no existía... Ilusión, prestidigitación. De hecho, esa charla no cambió nada entre nosotros . Hemos llamado a las cosas con otros nombres: las cosas no se han movido. No he aprendido nada. El pasado sigue tan oscuro. El futuro tan incierto"

Y esta otra: "Lo que me agota es la alternancia de su gentileza y sus morosidades. No sé nunca quién abre la puerta. Como si lo horrorizara haberme hecho sufrir, pero tuviera mierdo de haberme dado demasiadas esperanzas, ¿tendré que permanecer en la desesperación? Entonces él olvidaría completamente quién he sido y por qué me amó."

"¿O soy tonta? ¿O por lo menos no lo bastante brillante para Maurice? Terribles preguntas cuando uno no tiene la costumbre de interrogarse sobre sí mismo".

"Cuando se está tan bajo, no se puede más que subir, dice Marie Lambert. ¡Qué estupidez! Siempre se puede descender más bajo, y todavía más, y todavía más bajo".

Y para terminar con broshe de oro: "¡Mi Dios! es algo tan liso una vida, es nítido, cuando todo va bien se desliza fácilmente. Y basta con un tropiezo. Uno descubre que es opaca, que no se sabe nada de nadie, ni de sí mismo ni de los otros: lo que son, lo que piensan, lo que hacen, cómo nos ven".


[ Esto es casi todo lo que me mató y subrayé de "La mujer rota", de Simone de Beauvoir. Linda ella, tan simple y certera. ]
[ Noëllie es la amante de Maurice, su esposo. ]

miércoles, 19 de diciembre de 2007

La historia de mi vida

"(...) Te doy el punto final. Es un punto muy valioso, no lo pierdas. Consérvalo, para usarlo en el momento oportuno. Es lo mejor que puedo darte y lo hago porque me mereces confianza. Espero que no me defraudes. Durante mucho tiempo, tuve el punto final en mi bolsillo. Mezclado con las monedas, las briznas de tabaco y los fósforos, se ensuciaba un poco; además, eramos tan felices que pensé que nunca habría de usarlo. Entonces compré un estuche seguro y ahí lo guardé. Los días transcurrían venturosos, al abrigo de la desilusión y del tedio.
(...)
Con la felicidad, olvidé el estuche, o lo perdí, inadvertidamente. No puedo saberlo. Ahora la dicha terminó, no encuentro el punto final por ningún lado. Esto crea conflictos y rencores suplementarios.
(...)
Ese punto huidizo nos liga, nos ata, nos llena de rencor y de fastidio, va devorando uno a uno los días anteriores, los que fueron hermosos. Sólo espero que en algún momento aparezca, por azar, extraviado en un bolsillo, confundido con otros objetos. Entonces será un gordo, enlutado, sucio y polvoriento punto final, a destiempo, como el que colocan los escritores noveles."


"El punto final"
Cristina Peri Rossi

sábado, 14 de abril de 2007

Los sentimientos y observaciones del hombre solitario son al mismo tiempo más confusos y más intensos que los de las gentes sociables; sus pensamientos son más graves, más extraños y siempre tienen un matiz de tristeza. Imágenes y sensaciones que se esfumarían fácilmente con una mirada, con una risa, un cambio de opiniones, se aferran fuertemente en el ánimo del solitario, se ahondan en el silencio y se convierten en acontecimientos, aventuras, sentimientos importantes. La soledad engendra lo original, lo atrevido, y lo extraordinariamente bello; la poesía. Pero engendra también lo desagradable, lo inoportuno, absurdo e inadecuado.
La muerte en Venecia
Thomas Mann