lunes, 5 de febrero de 2007

La delgada línea roja

Cuando éramos chicas con la Leo, me acuerdo que ella siempre subrayaba la palabra en la que quedaba al leer los libros del colegio, en lugar de usar un marcador. Ese sistema era mejor, porque así sabía exactamente hasta dónde había leído y no sólo la página hasta la que había llegado. Eso decía ella. Para mi, un marcador era la única opción. Rayar un libro me parecía derechamente un ultraje, un pecado.
Hoy, mi visión es completamente diferente. Aunque sigo sin aprobar aquella práctica de mi querida amiga, al menos mi criterio para estar en desacuerdo es otro. Me encantan los marcadores, no sé por qué no los colecciono siendo que son un objeto que, para mí, bordea el fetichismo. Además, meterle lápiz a un libro cuando no es necesario, no me parece. Pero hay muchas ocasiones en que sí lo es. Antes, creía que subrayar un libro de por sí era pecado, algo que no podía entender, que arruinaba cualquier ejemplar.
Quizás en gran parte gracias a que en la universidad me he acostumbrado a subrayar miles de fotocopias para estudiarlas, le perdí el miedo a las líneas esas. Ya no concibo tener una fotocopia frente a mis ojos sin tener en mi mano ese lápiz tinta rojo que encontré en mi casa hace años, que no sé cómo aún escribe, y que es mi regalón porque ningún otro tiene ese grosor y ese particular y especialmente bello color rojo.
Esa costumbre estudiantil se desplazó a la literatura, a las lecturas de placer (aunque muchos textos de estudio son un placer, claro está). Aunque, aclaro, no subrayo los libros con lápiz rojo. Lo hago con lápiz negro o azul, aunque principalmente con lápiz mina, aun sabiendo que no borraré jamás lo destacado, pero quizás para quedarme un poco más tranquila, con la seguridad de que lo que hice no es irreversible (no es tan fácil cambiar una idea tan arraigada como la de mantener los libros pulcros, lejanos a toda intervención).
Inmediatamente aparece en mi cabeza otra anécdota. Mi mojigata familia conoce a muchos curas, amigos de toda la vida, y alguno de ellos, ya no recuerdo cuál, contó que una vez le regaló una biblia a unos recién casados. Años después fue a la casa de ese matrimonio, y ellos, orgullosos, le mostraron al cura la misma biblia intacta. “Mire padre, la tenemos igualita a como estaba cuando nos la regaló, para que vea cómo la hemos cuidado”. El cura nos contó la gran decepción que eso le produjo, porque hubiese preferido por lejos que la biblia se estuviera desarmando de tanto que la abrieron, que ya no tuviera más espacio en los márgenes para anotaciones, que hasta tuviera manchas de comida, de café, por haberla consultado tantas veces, incluso al comer.
Y qué razón tenía el cura ese. Porque, a diferencia de lo que antes pensaba, los libros no son obras creadas sólo por otros, sino que cada uno es parte de su creación, porque al leer un libro, al mezclarlo con lo que somos, al interiorizarlo, disfrutarlo, vivirlo, se crea una segunda obra, y es ahí donde entra el subrayado. Es posible apropiarse de un libro escrito por otro, y la mejor forma de hacerlo, es perpetuando aquellos episodios que conforman nuestro libro personal.
Lamento profundamente no haber adquirido este hábito antes, para haber subrayado tantas cosas que lo valían. Cómo quisiera consultar con exactitud aquellos pasajes de Rayuela que movieron algo en mí con mayor fuerza (aunque, generalmente, con abrir el libro en cualquier página basta). También lamento no haber subrayado Los detectives salvajes (más ahora que se lo prestaré a la Pep, cosa que no suelo hacer, así que no se entusiasmen), Madame Bovary (aunque aquellas partes memorables aún las recuerdo y podría encontrarlas gracias a mi memoria, pero la memoria es frágil, eso todos los sabemos), La Velocidad de las cosas (aunque las circunstancias son diferentes, porque de cierta forma no me pertenece, y siempre he pretendido devolverlo), y tantos, tantos, tantos otros libros.
Me enloquece la idea de tener una gran biblioteca, a punto de estallar de tanto libro que tendría, ordenada con un criterio caótico y muy personal para ser la única persona capaz de encontrar los libros, muy al estilo de El nombre de la rosa. Pero esa biblioteca no estaría completa sin aquellas líneas que personalizan cada libro.
Pensando en el libro como mucho más que su contenido, en el objeto, en el fetiche, en el valor sentimental de la posesión más que de su lectura, el subrayado hace que un libro sea invaluable. Lo convierte en un ejemplar único, en una primera edición prácticamente inencontrable.
Déjame leer tus subrayados y te diré quién eres, puede convertirse en uno de los dichos con mayor sentido de la historia, junto a en casa de herrero, cuchillo de palo. Ese si que es cierto, qué le vamos a hacer. Imposible no recurrir a otra pequeña historia, cuya protagonista es una amiga de mi papá de toda la vida -desde antes de su aburguesamiento, claro-, gran amante de la literatura, una de esas personas que es bueno conocer. Resulta que para mi cumpleaños número 18, mi tía me regaló dos libros de su biblioteca personal. Uno de ellos estaba dedicado dos veces, una para mí, y la otra era, por supuesto, era una dedicatoria para ella, escrita hace varios años. Aunque no es lo mismo que un subrayado, aquella intervención en la impecable página es el vestigio de una historia que hace a ese libro diferente a todos. A esta misma persona le pedí La divina comedia, y grande fue mi impresión al ver que en el Tercer Recinto del Séptimo Círculo del Infierno, mi tía escribió “¡ suicidas !”. Resulta que hace años, muchos años, un gran amigo suyo y de mi papá se mató. Si el libro hubiese sido mío, hubiese escrito lo mismo. Y así, poco a poco, he ido valorando esto del subrayado. Tanto, que los libros que no reciben mi intervención, pierden gran valor. Los hermanos Karamazov, libro que me ha consumido este verano, sin duda quedará en mi memoria como una gran obra, como una historia apasionante y perturbadora que me recuerda lo genio que es este Dostoievsky, pero el haber subrayado tan poquitas líneas, más aún considerando el grotesco grosor del libro, lo aleja un poco de mí, hace que quede en el grupo de excelentes libros de excelentes autores, pero no está ni cerca de quedar entre esos libros que se pueden (o se necesitan) consultar una y otra vez, ya sea como guía o por simple deleite. Es difícil de explicar, porque Los hermanos Karamazov tendrá sin duda un lugar privilegiado en mi biblioteca mental, pero no lo imagino gastado, carreteado, como ese cura quiso que estuviera la biblia que regaló. Y lo que pasa es que hay un criterio a la hora de repensar los libros que está lejos de todo lo que pueda aprender en la Universidad, lejos de toda la maestría que pueden alcanzar los genios, y me encanta haberlo encontrado y haberlo convertido en un hábito. Lo recomiendo, porque además, adoraría pedir un libro prestado y ver que está subrayado. Para qué decir que, si alguna vez publico un libro, moriría de un infarto si me encuentro con un ejemplar tan significativa y sentimentalmente intervenido.

11 comentarios:

MJB dijo...

jesuuuu, un gusto como siempre leerte :P recuerdo que en algún momento mencionaste esto del subrayado y te encontré la razón. Cuando leo cosas que me llaman la atención trato de almacenarlas en mi memoria, a falta de un lápiz, pero mi cabeza de pollo es tan olvidadiza!! obvio, no puedo esperar a tener una memoria de superdotada :P A si que bueno, intentaré hacer lo que tu dices, a ver si resulta, y con mayor razón ahora, que empecé a leer Rayuela [para ser una completa letrada ashi intelectual, no puedo estudiar letras sin haber leído rayuela!! xD] ahasdhaskdh me encantó ese libro, llevo varios capítulos y son tan interesantesss. Me convenciste, la próxima vez que me siente a leer, lo haré con un lápiz al lado.

María Jesús dijo...

Hola... soy amiga "intimi" de la kechu, y encontré tu link en su blog y me llamo la atención porque tb me llamo jesu. Bueno al punto.
Encuentro mucha razón a lo que dices, tengo una manía por no tocar los libros, como que me gustaría que siempre se mantuviesen como nuevos, pero los libros que tanto me gustan es inevitable que pierdan "lo nuevo" yo trato deno rayarlos si no que anoto párrafos enteros con el respectivo comentario en otro cuadernito. Pero en lo que tienes razón es que si los rayas al lado, el libro en si se vuelve una nueva historia. También me siento convencida a la próxima vez intervenir el libro, porque al lugar de ser menos mío, es aún más propio.

Lorena Zúñiga dijo...

me encantó.
así de simple.
perdón por lo precisa y concisa, pero estuve tanto rato buscando las palabras adecuadas para agradecerte el haber dejado este texto libre para el público, que éstas empezaron a sobrarme y no me gusta cuando pasa eso.
pero tengo que mencionar, eso si, la manía que aun mantengo de dejar los libros inmaculados en sus páginas y el de sentir horror cada vez que veo un lápiz acercándose a una de ellas, pero que lo que escribiste me hace tener ahora un elevado respeto de los anotadores de margen, e incluso me permite considerar la posibilidad de este año, dejarme esas pequeñas marcas en los libros que ayudan a la memoria.
muchos besos!

(yo llegue por el link de la maureen =). )

Shadow.- dijo...

Es difícil trazar una línea.

Lo digo desde el punto de vista en que lo que esté sobre y bajo de ella tiene una importancia especial; que por algún motivo se merece una línea que la sostiene. Me trae problemas el destacar.

Pero escribir al costado se me hace fácil, como todo lo que sea escribir.

Es lo mismo en conocer a la gente:
creo que si no hay una pelea, aunque sea mínima, realmente no conozco a esa persona.

Un beso anaranjado.

Marcelo dijo...

Estimadísima persona cuasi-desconocida,
gusto compartir autores-favoritos con usté, sobre todo cuando es obvio que no se puede vivir igual antes y después de Rayuela, y eso lo sabemos, y me gusta como escribes porque eres la personacuasidesconocida-despuésdeRayuela, y eso es un gusto, y una buena coincidencia.
Y dos cosas más: 1. que me gustó mucho su texto en todos los ámbitos en que se me puede ocurrir hacer esta afirmación y 2. que la Pep me contó que estaba descubriendo a Bolaño y que dos seguiría con Los detectives salvajes, y eso me pone contento contento.

No quisiera latear, pero tengo una cosa más que decir (así que ni modo, latiemos), me resulta impactante que se denomine usté "Jesusísima" por que 1. ya alguien alguna vez me llamo Oscarísimo (u Oscrsm.) y lo encontré chori y lo adopté, y 2. me recuerda al Divino y su primer libro que es lejos mejor que todo lo demás que pueda escribir él o cualquier otro.

En fin, ahora sí chao.
Un beso,

buenas noches.

O.

Marcelo dijo...

(...creo que en el comentario anterior incorporé muchas ideas distintas en poco espacio y no se entiende un carajo. Le juro que no lo volveré a hacer. :p
demás ojopiojo, donde dice "dos seguiría" es "dps (después) seguiría")

Felipe Zerené dijo...

Hola...

Es brígido, trígido y a veces tetrígido pensar en lo que escribiste. La verdad es que yo siempre he pensado en que subrayar un libro es como hacerle tajos a sus páginas. Muchas veces me ha olido mucho comprar un libro usado y darme cuenta de que está todo rayado.
Pero tal como dice la Kechu, me convenciste, Jesu. De ahora en adelante leeré con un lápiz en mano, eso si que lápiz de mina. Tal como tu dijiste, sé perfectamente que nunca me voy a dar la paja de borrar las líneas, pero me quedo con mi conciencia tranquila de no estar haciendo un daño irreversible al texto. Además que cuando una frase es bien subrayada da gusto, pero cuando la línea queda toda chueca y hasta rayamos las letras, es horrible y ahi sigo considerandolo un crímen. xD

Bueno, Jesulina... Eso es lo que Joe Pino y ahora me voy. Que lástima pero adiós.


Besos

TOn



PS: Este es mi primer post en tu Blog. Asique te dejo, por lo mismo, cordialmente invitada a pasearte por el mío. Y también por http://www.despaldalavida.cl.kz
La página por el momento no tiene más que mi Fotolog y mi Blog, pero pronto agregaré nuevas y novedosas cosillas.

Anónimo dijo...

q vergüenza esto... no te conozco ni x si acaso y llegué acá por... bah, no importa, simple voyerismo...
OBVIAMENTE no iba a postear, pero no puedo evitar hacerlo al leer "Aprovecho de hacer una petición: Si leyó, postee. Porque se que tú lees, lo sé, lo sé."
Es reinteresante leer la entrada... son sentimientos encontrados, hay veces en q papeles y/o libros q pasan x mis manos no salen libres de subrayaciones o cosas locas por ahí, sin embargo, hay otros que simplemente no puedo rayar o q para no hacerlo escribo en una libreta aparte citas... o ideas... en fin, yo me entiendo.

Saludos de una perfecta desconocida :)

Anónimo dijo...

Me gustó mucho tu post.
Creo que se ven feos los subrayones en los libros y me escandalizo cuando están en una biblioteca. Sin embargo lo hago sin moral, porque los libros que toco los hago mierda de formas diferentes. Los chorréo con jugo y mermelada, abro tanto el libro que se puede saber perfectamente cual fue la ultima pagina que leì (por lo que nunca he necesitado marcapaginas) y me acuerdo de la mayoría de las citas de los libros que me marcan.
Nunca había visto que podían ser lindos esos rayones terribles en las paginas y sería genial leer los subrayados de mis amigos.
Suerte en todo, y perdón una vez más.

ecoforestal dijo...

Hola Jesu!

Me devoré "la delgada línea roja". Se ve que tienes futuro en esto... y para mi es un grato placer el devorar una escritura fresca y tan cargada de sentimientos.

Es cierto que la intervención de un libro es algo que desde niños nos dijeron casi que era un tabú penado con una eterna estadía en el infierno, pero de a poco tomé cartas en el asunto y perdí el miedo. Claro que como soy un poco más obsesivo-compulsivo (dejémoslo mejor en "mañoso"), las fotocopias se subrayan con pasta y los libros de verdad con mina. No sólo se subrayan, sino que los márgenes se nutren de notas personales y, en ocasiones, de resúmenes completos de una página en 5 palabras.

Y bueno, Soy Pablo Kameid, amigo del Andrés desde hace ya más de 20 años (que espanto como se me cae el carnet a veces) y te conocí desde antes de nacer.

Un beso y un abrazo a todos por allá.

Instantes ~ Fugaces dijo...

Jesu
cambiaste de blogg!


obvio que te sigo leyendo por acá :)



se te extraña
como van las vacaciones?




besitos =o***