lunes, 17 de septiembre de 2007

Dame al menos la oportunidad de una destrucción deliciosa

Rasgarnos con uñas y dientes, permitirnos hacer lo indebido y gozarlo hasta que el pudor o el dolor lo impidieran (si es que nuestra libertad nos permitiera sentir pudor o no disfrutar el dolor), sería la única forma de demostrarte el odio que te tengo y el amor de mierda que me oprime al verte.
Si querías hacerme daño, por qué no mordiste mi médula, por qué no hiciste jirones de mi piel ni me penetraste violento, hasta hacer reventar mi interior que arde por la rabia de tu traición.
Por qué en lugar de hacerle daño a mi corazón y mi orgullo, no se lo hiciste a mi cuerpo, por qué no jugaste a Dolmancé ni mordiste mis pezones con fuerza. Quizás me hubiese dolido menos. Quizás me hubiese gustado. Como esa vez que me preguntaste si me dolía, si quería que pararas, y ni aunque hubiese estado agónica, desangrándome por el intestino, te hubiese permitido parar.
Y tú querías que te respondiera que me dolía, para entonces seguir con mayor fuerza, porque veía en el espejo que teníamos frente a nuestro dantesco espectáculo tu cara de placer cuando me retorcía y lanzaba quejidos.
¿Te duele? ¿Te duele?, me decías al oido, mordiendo mi oreja, con tus manos en mis caderas, enterrando las uñas en mi blanca carne, apretándome impetuoso contra ti. Me dolía. Hasta el orgasmo. No como tu traición, que me duele hasta el llanto amargo bajo las sábanas.

martes, 4 de septiembre de 2007

Faces look ugly when you're alone

Me gusta estar sola. Desde que tengo uso de razón que armar y desarmar el mundo en mi cabeza es algo necesario y, a estas alturas, involuntario. Si no me detengo a pensar en lo que hago, leo, digo, siento y veo, me siento como perdida, vulnerable... no funciono bien sin tener ideas claras o al menos confusiones planteadas y asumidas como tales (estoy lejos de tener todo claro en mi vida, de hecho es todo lo contrario... entre más pasa el tiempo, más nebuloso es todo, conozco mas sensaciones y experiencias que se suman a un catálogo de vivencias y pensamientos que ya se hace absolutamente inclasificable y a ratos incomprensible).
Pero El Mundo que me rodea (y creo que un mundo más amplio que ese) no acepta muy fácilmente los momentos de soledad, sin comprender que para algunos es necesario pensar. Y qué tanto, a veces (muchas) quiero estar sola sólo por estarlo, para vegetar y dejar mi mente en blanco por unos minutos (acaso mi mente no está siempre en Blanco? –fomeee-), para poner caras feas, escuchar música y cantar mal, fuerte, mal y un poco más mal, leer, escribir, mirar el techo, llorar...
Un día estaba en el colegio, en tercero básico, creo que en consejo de curso o algo así. Todos estaban conversando, había mucho ruido, y yo quería pensar. Puse los brazos sobre la mesa escondí en ellos mi cabeza, cuando se acerca mi profesora, se arrodilla a mi lado y pregunta con la típica voz de profesorcita básica buena y angelical “¿Qué pasa?”. Levanto mi cabeza y me encuentro con su cara amable, cara de “pobrecita, está sola, la voy a ayudar”. “Nada, estaba pensando”. La tía Blanca (lindo nombre, pero que jamás podría ponerle a una hija porque sería una crueldad que se llamara Blanca X Blanco, y acabo de confesar el único problema que tengo con un apellido que aparentemente es perfecto para mi) me miró con cara de ERES RARA!!!, lo pensó unos segundos, quizás se dio cuenta de que soy un caso perdido (desde tercero básico!!) y me dejó pensar “tranquila”.
Y siempre era así en el colegio. Todo está organizado de tal forma que nunca estemos solos, como si una de las cosas más importantes de nuestra educación sea que no nos dediquemos tiempo a nosotros mismos. Hasta los retiros a los que fui con mi curso (colegio católico, oh dios oh dios, San José de Calasanz, San José de Calasanz, supiste dar tu vida por los demás), que estaban ideados para que “nos conociéramos internamente”, terminaban siendo una sarta de dinámicas que nos pseudo-obligaban a “sincerarnos y abrirnos” con nuestros compañeros para conocernos ENTRE nosotros y ser un curso unido.
Y por lo general, sea en el lugar que sea, no es difícil encontrar gente que a todas luces le teme a la soledad y se rodea de gente que, en el fondo, apenas le importa. Sólo se hacen compañía. Yo prefiero plantearme mis relaciones en soledad, para elegir a quienes realmente quiero a mi lado. Aunque eso signifique que esos que están siempre con un séquito de gente-bulto piense que no soy yo quien elige su soledad sino que hago como que me conformo con lo que me tocó (¡típico! ¿Por qué les cuesta tanto entender que la soledad SÍ puede ser una opción y no una consecuencia de ser rechazado?), o que sientan pena al verme caminar sin compañía (y aquí debo reconocer que me ENERVA que me miren con pena, pero de todas formas lo aguanto con tal de no terminar siendo una cazadora de gente-bulto).


“Leer es una de las pocas formas de la soledad socialmente aceptadas por un mundo que tiende a sospechas de las actividades en singular. Decir “ahora no, estoy leyendo” es un escudo y decir “lo leí en un libro” es una lanza. Así, un libro es un arma de construcción masiva. Leo, luego existo.”
Rodrigo Fresán

¿Será por eso que estudio literatura?