viernes, 18 de enero de 2013

Lado B


Tener una tienda y pretender seguir haciendo cosas relacionadas con mi carrera es prácticamente un suicidio. Horarios insufribles, mucho trabajo físico, más trabajo mental y una disminución brutal de la vida social.
Pero de a poco se llega a un punto en que el cuerpo y la cabeza se acostumbran, la rutina se hace cada vez más llevadera y entonces, miles de posibilidades surgen. Nuevos horarios, nuevos tiempos hasta ahora inexplorados, luces y ritmos que no había sentido.
Claro, antes las noches del viernes y el sábado eran para salir, a veces también había viernes chico, los otros días salía en la tarde a juntarme con amigos a tomar tecito o helado o cerveza o jugos ricos, quizás íbamos al teatro (hipster), a una exposición (más hipster) o a la inauguración de una exposición (ya, para). Todo lindo, todo fácil, todo predeterminado.
Pero ahora es como vivir en el lado B de las cosas. Aprovecho las mañanas como nunca en mi vida, soy la primera en llegar a todas partes y hago todo rápido, me tomo días libres cuando nadie lo hace, me arranco a la playa vacía, no tengo que hacer fila para ir al Lugar de Moda (@LaJardín), puedo robarme rosas y damascos de jardines de casas lindas sin que nadie me vea, no me da vergüenza hacer ejercicio en las máquinas que ponen en las plazas y cansarme en medio minuto o no saber cómo se usan porque NO HAY NADIE.
Resulta que los días hábiles libres son lo más cómodo del mundo y mucho más entretenidos que los domingos. Siempre hay algo que hacer, pero pareciera que nadie lo sabe. Hacer mi vida en esos momentos en que los demás se encierran a no vivir sus vidas de lunes a viernes es como encontrar una playa paradisíaca desierta.
Puedo escuchar música muy fuerte en el departamento sin que nadie alegue, y puedo cantar por la calle sin que nadie, aparentemente, escuche. Y algo que me encanta es que muchas horas libres un domingo son infinitamente menos productivas que una hora libre un miércoles en la mañana. Pareciera que el inconsciente no quiere ceder, que me obliga a hacer cosas los días de semana. Lo bueno es que esas cosas son tocar melódica, recortar revistas para hacer collages, coser, probar y/o inventar recetas nuevas, hacerme peinados con el shampoo y cosas por el estilo. Buena onda.